¿Cuánto afecta las redes sociales a tu salud?

¿Te has planteado cómo afectan las redes sociales a tu salud? Su uso es tan intensivo que surgen nuevas dolencias a las que se ha puesto ya nombre.

 

Las redes sociales están cambiando la forma en que las personas interactuamos, resultando para una gran mayoría de nosotros algo esencial a lo que resulta difícil renunciar en nuestro día a día por lo mucho que aportan a nuestras relaciones y capacidad para comunicarnos.

 

No obstante, entrañan también algunos riesgos que van más allá de la a veces excesiva exposición pública de nuestra vida privada, de los riesgos de seguridad, de las distracciones o las consecuencias de toda índole que de su uso puedan derivarse. ¿Te has planteado alguna vez cómo afectan las redes sociales a tu salud? Si te interesa, sigue leyendo.

 

Cómo afectan las redes sociales a nuestra salud

Si hablamos de salud, el hecho de que los nuevos canales y formas de expresión que conforman las redes sociales estén tan presentes en nuestras vidas y tengan una utilización tan intensiva está haciendo también surgir nuevas dolencias y patologías a las que se ha puesto ya incluso nombre. Entre las más destacadas figuran:

 

La apnea del WhatsApp. Alude a la ansiedad que provoca la necesidad de consultar de forma compulsiva los mensajes que nos llegan o de revisar continuamente nuestra cuenta de watssapp para comprobar si hay alguna nueva notificación en nuestros chats.

‘Whatsappitis’. Tiene que ver con la tenosinovitis (inflamación del tendón de la mano y de la membrana sinovial que lo recubre) causada por un uso excesivo del WhatsApp». Se trata de una afección que implica sobre todo a los pulgares provocando dolor, hinchazón y entumecimiento, pero que en ocasiones se extiende también a la muñeca o a otros dedos.

Depresión de Facebook. Es habitual que todos recojamos en nuestras redes sociales momentos de alegría y disfrute. Sin embargo, hay personas que no tienen posibilidad de vivir situaciones tan agradables y cuando las observan en los perfiles de otros pueden llegar a sufrir una gran tristeza, desánimo y vacío interior que, si otras circunstancias están presentes, pueden acabar llevando a una depresión. Se habla también de la depresión de Facebook en el caso de personas, por el contrario, se ven empujadas a consultar los perfiles de otros para mitigar su sentimiento de aislamiento o de tristeza.

FOMO (Fear of Missing Out). el miedo a perderse algo o quedar excluidos. Muchas personas sienten una notable presión para mantenerse activos y conectados a las redes sociales el mayor tiempo posible para no sentirse rechazados o no tener la sensación de que están quedándose al margen de algo divertido o importante.

Empiezan, por otra parte, a proliferar enfermedades y trastornos psicológicos derivados de un uso anómalo de las redes sociales que afectan a aspectos relevantes de nuestra salud deteriorándola.

 

¿Cómo afectan las redes sociales a la calidad del sueño?

El acceso a las redes sociales se ha vuelto tan fácil como permanente y ubicuo. Resulta complicado desconectar de ellas incluso cuando se necesita hacerlo, caso del sueño nocturno, que deja de ser reparador si el tiempo que se le dedica no es el suficiente.

 

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La interferencia que un uso abusivo de las redes sociales produce en los mecanismos que producen la melatonina, la hormona del sueño, y en el ritmo circadiano (la diferencia que establece nuestro cuerpo entre la noche y el día) hacen habituales el insomnio y los despertares nocturnos o que se sufra cansancio, apatía, falta de concentración y de rendimiento al día siguiente. La salud mental y el sueño guardan, por otra parte, una estrecha relación. De ahí que dormir mal o poco puede causar depresión y problemas físicos como hipertensión, diabetes y obesidad, entre otros.

 

¿Cómo afectan las redes sociales a la propia imagen corporal?

La percepción de la propia imagen corporal puede sufrir también menoscabo por efecto de las redes sociales, algo especialmente grave durante la adolescencia al ser ésta una etapa en la que se es más vulnerable a la crítica, al rechazo o a no sentirse todo lo perfectos que se nos dice debemos ser.

 

Hay, por ejemplo, estudios demostrativos de que exponer a mujeres jóvenes a Facebook durante un corto periodo de tiempo hace que aumente su preocupación por el aspecto físico, sus deseos de variar la apariencia e incluso de recurrir al uso de la cirugía plástica o a prácticas aún más peligrosas que deriven en anorexia y bulimia. No en vano, en las redes son infinitas las personas con las que compararse convirtiéndose también en preocupación constante lo que los demás piensen u opinen sobre nosotros.

 

Parecen existir incluso malestares específicos para cada red social. Se dice que Instagram es la que deja a sus usuarios con más sentimientos de soledad después de visitarla, que Twitter y YouTube han empeorado las relaciones con otras personas en la vida real o que, a excepción de YouTube, todas creen problemas de ansiedad.

 

Un estudio de la Universidad de Harvard de 2012 demostró también que la exposición a las redes sociales activa las mismas zonas del cerebro que el consumo de drogas.

 

También en positivo

No todo es, por supuesto, negativo. Las redes sociales incrementan la capacidad de expresarse, ayudan a desarrollar una identidad propia y a sentirse más apoyados por el entorno, a crear y adherirse a una comunidad aumentando el sentimiento y orgullo de pertenencia al grupo.

 

Pueden también resultar entretenidas y educativas si complementan nuestra vida real en vez de sustituirla por una virtual o si se hace un uso responsable y coherente de las mismas que no afecte al trabajo, a los estudios o a la relación con las personas que tenemos más próximas.

 

Lo relevante es no cometer excesos, saber disfrutar de lo que está a nuestro lado, de nuestra vida tal cual es, de la capacidad de no hacer nada o incluso de la soledad. Debemos ser conscientes de que los tiempos vacíos no necesariamente han de llenarse con más actividad, sino que oír nuestros pensamientos nos ayuda a conocernos mejor, a reflexionar sobre nuestro mundo y recapacitar sobre nuestro actuar, deseos, experiencias y proyectos.

 

Si aun así algo falla y no podemos controlar lo que hacemos, cómo nos sentimos o lo que nos pasa, quizá ha llegado la hora de contactar con un profesional que nos ayude y oriente sobre cómo sobrellevarlo y hacer frente a aquello que en ese momento nos supera. En IMQ contamos con una amplia cartera de profesionales a tu disposición.

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